Resumen: El tema de las mujeres en una ventana o un balcón en la pintura proviene desde el renacimiento. A partir de la obra Mujeres en la ventana de Murillo veremos como influye el tema y la composición en pintores de otras épocas posteriores, principalmente en las obras de Goya y Manet. Igualmente existieron otros pintores que copiaron la misma composición y todas ellas representan un interés para ver la evolución de un mismo tema en varias épocas de la historia del arte.
Abstract: The subject of women in a window or balcony in painting comes from the Renaissance. From the work “Women in the window” by Murillo we will see how the subject and composition influenced in other painters later times, especially in the works of Goya and Manet. Also there were other painters who copied the same composition and all of them represent an interest to see the evolution of the same subject at various times in the history of art.
El motivo iconográfico de la ventana o el balcón es un recurso que aparece de manera más patente en los trampantojos manieristas. La ventana supone un elemento interior, indiscreto, íntimo por el cual se produce una conexión entre lo externo y lo interno. Es una manera de acceder a una parte privada de la vida y también en la pintura ha sido una manera de conectar a los personajes representados con el espectador. Cuando en los trampantojos se representan grandes rompimientos de gloria, es habitual ver a personajes reales asomados a través de una balaustrada que conectan con el mundo terreral, o bien cuando en la pintura flamenca, como las obras de Vermeer, nos conecta la vida interior de la nueva burguesía ubicando a protagonistas femeninos junto a las ventanas. Si bien es estos temas aparecen de una manera secundaria o anecdótica, las obras que vamos a comentar hoy y que están conectadas entre sí, ofrecen una visión distinta por el que la ventana o el balcón es el marco de la composición que sirve de excusa para presentar a una parte de la sociedad femenina.

Felipe IV y su familia en un balcón. Antonio de Pereda. Trampantojo Descalzas Reales (Madrid) 1682 (Fuente: www.revistadearte.com)
BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO Y SUS MUJERES EN LA VENTANA (1655-1660)
Una de las obras que marcó el arranque para el tema de mujeres asomadas en un balcón lo encontramos en la costumbrista obra de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) titulada Mujeres en la ventana (1655-1660). Murillo refleja en su composición a dos mujeres asomadas a un balcón, una chica joven y una mujer anciana tras ella. El hecho de mostrar a estas dos protagonistas no es algo nuevo ya que Velázquez en su Cristo en casa de Marta y María (1618) ya refleja la diferencia de estas dos edades aunque con un significado diferente. La mujer joven es la protagonista que aparece apoyada en el umbral de la ventana, en una pose relajada, mirando directamente al espectador y con una sonrisa considerada como pícara o provocadora. Se acentúa su postura ligeramente inclinada, con los brazos y los hombros al descubierto y un escote abierto en cuyo centro se marca con una pequeña flor. La mujer del fondo es de avanzada edad y aparece en la penumbra, cobijada por la apertura de la contraventana y parte de su rostro cubierto por el velo que cubre su cabeza. Todo parece indicar que Murillo representó en esta escena costumbrista al mundo de la prostitución sevillana, ya que no es lógico que una mujer en el siglo XVII pudiera asomarse con tanta libertad a un balcón o ventana sin hacerlo a través de una celosía que era lo común.
La obra se encuentra actualmente en la Galería Nacional de Washington (EEUU). Posiblemente tuvo que ser un encargo particular, y no fue hasta 1823 que la obra fue vendida por primera vez y a partir de ahí pasó de unas manos a otras hasta que finalmente quedó en la Galería Nacional.

Dos mujeres a la ventana (ha. 1650-1655). Bartolomé Esteban Murillo. Galería Nacional de Washington (EEUU)
GOYA Y SUS MAJAS EN EL BALCÓN
Si Murillo ofrece un antecedente en las obras de caballete en cuya composición aparecen dos mujeres prostitutas asomadas en la ventana, doscientos años después será Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) quien repetirá la misma temática y prácticamente con la misma composición. Goya pintó dos obras importantes que seguirán la misma línea que inició Murillo. En primer lugar existe la pintura Maja y Celestina en el balcón (ha. 1808-1812) la cual se halla en una colección particular. Nuevamente nos encontramos con una temática y composición en la que aparece una joven de prácticamente cuerpo entero apoyada en las rejas de un balcón, con los brazos cruzados, con un escote del vestido bastante vistoso y una mirada directa hacia el espectador. Tras ella, la celestina o alcahueta, una mujer de avanzada edad que aparece en segundo plano, en penumbra y ajena a la escena protagonista de la joven. ¿Casualidad, coincidencia y conocimiento de la pintura de Murillo? No lo sabemos con seguridad, si la obra de Murillo se encontraba a finales del siglo XVIII en una colección particular de Sevilla no sabemos si la llegó a conocer Goya en sus viajes a la misma ciudad, de hecho en 1792 fue en la misma Sevilla en donde cayó tan gravemente enfermo que le ocasionó la sordera que le dejará de por vida.
Junto a esta obra, también se encontraba en los inventarios de su hijo Javier otra de las obras particulares de Goya que van a marcar una gran influencia en la historia del arte, se trata de la pintura Majas en el balcón (ha. 1808-1812). Una obra de calidad extrema y temática costumbrista en la que aparecen dos mujeres en primer plano tras la balaustrada de hierro de un balcón. Ambas mujeres visten a la manera popular pero de una manera elegante cuyo trabajo de las toquillas merece especial atención. Es un momento congelado en el que se establece una conversación de las dos mujeres en tono bajo, un cuchicheo, al mismo tiempo que dirigen sus miradas directas hacia el espectador. Tras ellas, dos varones en penumbra y ajenos a las protagonistas pero cercanos a ellas forman el fondo de la composición, uno de espaldas al espectador y el otro sentado en otros asuntos. Se ha pensado que nuevamente Goya, vuelve a tratar el tema de dos prostitutas que aparecen junto a sus chulos, la mirada provocadora y los escotes de las mujeres que marcan el centro y la parte más iluminada del cuadro son parte importante de lo que Goya nos quiere transmitir. El mundo de la prostitución ya había tratado por Goya tanto en Los Caprichos (1799) y la composición de mujeres asomadas o apoyadas en un balcón o barandilla metálica también quedó reflejado en la cúpula de San Antonio de la Florida (1798).
Si bien la pintura de la colección privada vienesa es autentificada como de Goya, existe una segunda versión de la misma obra que se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York, y que se viene atribuyendo al mismo pintor aunque existen unas ligeras diferencias. En general la pintura del Metropolitan resulta más definida y más clara, con perfiles más marcados y algo más iluminada. Los rostros de las mujeres no se encuentran tan comunicados con el espectador ni siquiera entre ellas, se pierda calidad y expresión en los mismos. En cuanto a los personajes masculinos del fondo, la diferencia es que el personaje que está de pie, en la versión del Metropolitan mira directamente a las mujeres mientras que en la obra original les da la espalda.
Tanto la obra de Maja y Celestina en el balcón como esta de Majas en el balcón, estuvieron en la colección particular de Goya y a su muerte quedó en herencia para su hijo Javier, hasta que en 1825 fueron vendidas para ser regaladas al rey de Francia Louise Philippe I de Orleans. Allí estuvo en la Galería Española de París hasta que fue vendida en 1853 por Christie’s (Londres) y de aquí fue pasando a otras manos privadas estando actualmente en una colección particular.
EDUARD MANET Y LA ADMIRACIÓN POR LA PINTURA ESPAÑOLA
Avanzamos un poco más en el tiempo y nos encontramos ahora con otro de los grandes maestros de la pintura impresionista. Hablamos de Édouard Manet (1832-1883) y su obra El balcón (1869). Manet tiene una vinculación directa con España ya que en 1865 se trasladó a Madrid, alojado en el antiguo Hotel París de la Puerta del Sol, y visitó el Museo del Prado o la ciudad de Toledo. Seguramente que Manet ya conocía la obra de la pintura española a través de los cuadros que el rey de Francia Luis Felipe tenía en la Galería Española del Museo del Louvre de París, y fue allí en donde conoció el cuadro de Las Majas en el Balcón de Goya. Interesado por la pintura española acudió para ver en primera persona la obra de Velázquez, Goya o el Greco, y quedó admirado por obras como El Pablo de Valladolid de Velázquez, los Fusilamientos o la Maja Desnuda, ambos de Goya. Esta influencia de lo español fue fuente de inspiración para la creación de algunas de sus obras y entre ellas de la pintura de El Balcón (1869) en donde ubica a las protagonistas, Berthe Morisot y a la violinista Fanny Claus en un primer plano y al pintor de paisajes Antoine Guillemet tras ellas. De nuevo, una copia de la misma composición que sus precedentes, dos mujeres en primer plano sentadas junto al balcón, aunque en esta ocasión no se trata de prostitutas sino de personajes reales. Tan sólo la violinista es la que ofrece un contacto directo con el espectador mientras que el pintor Guillemet se ubica en segundo plano, tras las mujeres. Igualmente, el marco del balcón deja un fondo oscuro en donde apenas se aprecian algunos objetos en unas estanterías o mueble.
OTRAS OBRAS DEL TEMA LA MUJER Y EL BALCÓN
Aunque las tres obras de Murillo, Goya y Manet resultan entre sí un eje de influencia cronológica y una demostración de cómo los pintores más modernos admiran las composiciones de sus precedentes, no son sólo los únicos ejemplos que se dan y también existen otros pintores que, tomando como referencia las obras comentadas, les sirve de modelo para crear composiciones similares.
Uno de ellos es el pintor Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870), pintor madrileño que pertenece al momento del Romanticismo español especializado en la pintura retratos y paisajes así como en la pintura costumbrista e incluso escenas fantásticas. Lucas Velázquez, al igual que muchos pintores, pasan de una pintura neoclásica propia de la educación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a volver a hacer una mirada hacia Velázquez y Goya. Producto de esta influencia, sobre todo de Goya, será una serie de obras suyas en donde la temática de las corridas de toros, la mujer seductora en el balcón con escote, la mirada cómplice con el espectador y la barandilla metálica como primer plano son características compositivas que se repiten. Una de ellas es la obra Majas en la corrida de toros (1850), en donde bajo la composición de un balcón de una plaza de toros se encuentran varios personajes, siendo tres jóvenes mujeres las que están en primer plano y mirando directamente la fiesta taurina, mientras que unos jóvenes en segundo plano y en penumbra aparecen junto a ellas. Parece que es una escena galante en donde las mujeres se muestran ausentes de los jóvenes que la acompañan. En el fondo, otros personajes de pie y en penumbra acompañan la composición.
Años después el mismo Lucas Velázquez pinta la obra Majas en el balcón (1862), en donde una mujer engalanada a la manera madrileña se asoma a un balcón tocando una guitarra mientras que otra joven le acompaña cantando algunas letras. Ambas mujeres miran directamente al espectador al mismo tiempo que en el fondo aparece una pareja en donde la joven mira la escena que se está produciendo en primer plano mientras que el joven varón interrumpe su conversación con la mujer para observarnos a nosotros. Esta composición de Lucas Velázquez es la que más se acerca a la obra de Goya y hay una clara influencia que le sirve de pase para sus escenas costumbristas.
Si hacemos un nuevo salto en el tiempo y nos movemos al siglo XX y a la pintura surrealista, nos encontramos con el pintor René Magritte (1898-1967) y su obra Perspectiva II: El balcón de Manet (1950), una obra en la que toma como base el mismo cuadro de Manet, copiando de forma fiel el escenario de la composición pero con un añadido importante que es sustituir a los protagonistas de la escena por ataúdes de madera, dotándoles de una estructura antropomorfa tal y como están ubicados los protagonistas. Magritte, lo que pretende con esta obra es una llamada de atención sobre el concepto de la vida y la muerte, un ciclo de la vida lógico en donde lo que hoy (o en su momento) está vivo fallece, o bien es una muestra de darnos a entender la muerte del arte anterior en favor de una mirada nueva.
Es curioso ver cómo en la historia del arte, un mismo tema o composición suscita tanto interés entre los pintores hasta el punto de repetir la misma composición en diversas épocas. Sería muy interesante que estas obras pudieran estar reunidas en un mismo espacio de exposición para poder disfrutar de la evolución de las mismas y la comparación entre unas y otras así como admirar la influencia e interpretación de las mismas. Hasta que llegue ese momento, las podremos ver virtualmente.
Por David Gutiérrez
